Julio Romero de Torres, vida y obra (Parte II)

Hola tod@s! Como os dije en el último post, en el que hablé de la vida de Julio Romero de Torres, hoy os traigo un post nuevo dedicado a su obra, las características que hicieron de Romero de Torres un artista único y universal. Además, al final os he dejado una selección de las obras más conocidas de nuestro artista. Espero que así podáis conocer un poquito más al gran pintor cordobés y disfrutar de sus obras.

Características de su obra

La obra de Julio Romero de Torres podemos dividirla en dos etapas: obras de juventud y obras de madurez.

Obras de juventud:

Sus primeras obras están cargadas del realismo que heredó de su padre y se enmarcan dentro de las corrientes pictóricas de finales del siglo XIX. En estas primeras obras tenemos paisajes, bodegones, obras de contenido social y obras impresionistas y de modernismo simbolista.

La huerta de los Morales, finales del siglo XIX

Con el tiempo sus obras fueron cambiando, pasando de ese realismo a un impresionismo cercano al de Joaquín Sorolla, cargado de luz.  

La siesta, 1900.

Estas obras van dando paso a otras de carácter más personal y es cuando el artista comienza a tomar a la mujer como tema principal. No obstante, en 1906, con “Vividoras del amor” retoma el realismo social que representó anteriormente, en este caso para criticar la marginación, lo que le valió su primer gran escándalo.

Vividoras del amor, 1906.

Obras de madurez:

Tras sus viajes, Romero de Torres había conseguido crear un estilo pictórico propio que vemos por primera vez en “Musa gitana”. A partir de entonces sus cuadros tendrán los elementos estéticos que van a caracterizar su obra: “una gran técnica, el profundo simbolismo y sus argumentos alegóricos, la precisión de las formas, el dominio del dibujo, el artificio poético de los escenarios, los fondos idealizados,  el uso excepcional de luces y sombras, del juego entre realidad y fantasía, entre sueño y vigilia”. En su pintura volcó su gusto por la copla, el flamenco, los toros y su ciudad, siendo el pintor que mejor supo plasmar el alma de Córdoba y, en general, de Andalucía. También supo reflejar en su obra los elementos de la sociedad y el pensamiento de la España del momento.

La consagración de la copla, 1911 -1912.

Sin embargo, la protagonista indiscutible de su obra es la mujer, la mujer andaluza. La representa como una “víctima resignada del momento y las circunstancias que vive en un mundo de hombres en el que la mujer se comporta como se espera pero que, al mismo tiempo, la muestra tal y como es, dueña de sí misma”. Podemos ver en sus obras como representa a la mujer y a la dama, a la fiel compañera y a la cortesana, el recato y la pasión apareciendo de nuevo esa dualidad del bien y el mal, de lo que debe ser y lo que es.

Con sus paisajes recreó el mundo psíquico y la alegoría se convirtió en una constante en sus cuadros, al igual que la dualidad del bien y el mal, lo sagrado y lo profano, la pureza y la promiscuidad, temas que podemos ver en obras como “Amor sagrado, amor profano” y “Las dos sendas”. Plasma en sus cuadros dos realidades superpuestas que se complementan pero no se limitan.

El 10 de mayo de 1930 Julio Romero de Torres falleció dejándonos una obra prodigiosa con más de mil cuadros que se encuentran hoy repartidos por todo el mundo. Obras en las que el autor plasmó de manera magistral las innumerables almas que anidaban en las mujeres y que nadie más ha plasmado con ese perfecto equilibrio entre el misticismo, la sensualidad y la nostalgia, siempre con un mismo escenario de fondo, la misteriosa y eterna Córdoba.

Obras más cocidas (aparte de las ya citadas):

Mira qué bonita, 1895.
El pecado, 1913.
El Poema de Córdoba, 1913 – 1915.
Alegrías, 1917.
La Buenaventura. 1920.
Naranja y limones, 1927.
Viva el pelo, 1928.
Fuensanta, 1929.
La chiquita piconera, 1930.

Autor/a: Alba Mª Pino Molina

Bibliografía:
– Las mujeres de Julio Romero. Mercedes Valverde Candil. Ed.Cajasur.
– El museo de Julio Romero de Torres. Miguel Salcedo Hierro. Ed.Everest.

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